Es el más reciente de los monumentos, donde hace honor a uno de los animales que acompaña a los llaneros en sus diferentes quehaceres y faenas.
Los Jesuitas lograron que los indígenas se apropiaran del manejo de vacunos y equinos dando origen a lo que hoy el país conoce como la cultura llanera, donde es imposible imaginar un llanero sin la compañía de un caballo, que es parte de la faena diaria, del deporte y hasta de la acción guerrera del Pantano de Vargas. La Alcaldía Municipal destaca este hecho a través de este monumento, con un área de 3.196 m² en la que se ubica una poceta con la escultura de 2 caballos, 2 yeguas y 2 potrillos que semejan el paso por un estero. En la parte posterior lo rematan 2 fuentes de agua.