La hacienda agropecuaria, una de las más importantes de la época colonial, perteneció a la comunidad de los padres jesuitas, quienes arribaron a mediados del siglo XVII, cuando los grupos indígenas recorrían estas instancias y pastoreaban como una forma de supervivencia, actividad que hoy, aunque en menor proporción, conservan algunos nativos del municipio.
El atractivo se ubica entre las sabanas de Casanare y Arauca. ‘Caribabare’, derivación de las lenguas chibcha y tunebo, que traduce “fortaleza y escuela”, se instala también como referente de historias ancestrales. Cuenta la leyenda que en sus entrañas están enterrados tesoros, entre ellos vasos y lingotes de oro y plata, traídos por toneladas desde Antioquia y Chocó durante la época de la Colonia. Relatos locales aseguran, además, que el riachuelo desvió sus aguas mansas y tranquilas sobre aquellos tesoros, regalándole al lugar una belleza caracterizada por la biodiversidad de los llanos. Este espacio, foco de historia y enigma, se ubica a 40 km del centro urbano.